Encender el Espíritu de la Escritura

Todos hemos experimentado obtener aliento y satisfacción al leer la Biblia. No obstante, también ha sido nuestra experiencia recibir sólo doctrinas y mandamientos. ¿Qué hace la diferencia? La palabra de Dios es la misma, es el aliento de Dios, pero que ella sea para nosotros vida o muerte depende de nosotros mismos. Si la recibimos con toda oración en nuestro espíritu obtendremos vida, pero si recibimos solamente sus letras en nuestra mente resultará en muerte.

El apóstol Pablo al escribir a los efesios dijo que la manera de recibir la palabra de Dios es orando en nuestro espíritu:

Y recibid el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, el cual es la palabra de Dios, con toda oración y petición orando en todo tiempo en el espíritu (Ef. 6:17-18). 

Esta fue la práctica de muchos siervos de Dios a lo largo de la historia de la iglesia, siendo uno de ellos George Whitefield (1714-1770), un predicador y líder clave del Gran Despertar en Inglaterra y en los Estados Unidos en el siglo XVIII. Él amó tanto la palabra de Dios al grado que oraba de rodillas cada línea del Nuevo Testamento en griego. De manera similar, George Müller (1805-1898), conocido por su trabajo con orfanatos en Inglaterra, practicaba orar y meditar en las Escrituras de rodillas, y se centraba en la aplicación de la Biblia a su vida diaria y ministerio. Esto llegó a ser el fundamento de su fe y obra.

El hermano Witness Lee (1905-1997) fue uno de los colaboradores más cercanos del hermano Watchman Nee (1903-1972) en la China. El hermano Lee testifica que gracias a la ayuda que recibió de hermanos como George Whitefield y George Müller, él adoptó la práctica de orar mientras leía la palabra de Dios, sin embargo, desconocía lo que hoy conocemos como ejercitar nuestro espíritu. Esa fue una de las ayudas más valiosas que recibió de parte del hermano Nee quien solía decir que al hablar la palabra de Dios debíamos hacerlo “empujando” nuestro espíritu, es decir, haciéndolo salir desde lo más profundo de nuestro interior (1 P. 3:4).

Así que, orar tomando las palabras de la Biblia es mucho mejor que sólo leerlas. No obstante, es posible que aún mientras oramos con la Biblia lo hagamos principalmente ejercitando nuestra mente y no nuestro espíritu. Por mucho tiempo, nuestro espíritu ha sido la parte más letárgica e inactiva en nuestro ser, incluso después de haber sido salvos. Por esta razón, ¡ya es tiempo de activarlo!

Esto puede compararse con encender un cerillo. El palito del cerillo representa la palabra escrita, el logos. El fósforo en el cerillo representa al Espíritu que está contenido en la palabra. El borde de la cajita representa nuestro espíritu regenerado. Así como es necesario friccionar con ímpetu el cerillo con el borde de la cajita a fin de obtener fuego, de la misma manera es necesario que ejercitemos nuestro espíritu cuando tenemos contacto con las palabras de la Biblia. Es de esa manera que recibimos la vida que está en la palabra, es decir, el “fuego divino” que nos iluminará y nos alimentará. Analizar el cerillo y hablar de sus características no producirá fuego. Del mismo modo, leer la Biblia sin el ejercicio de nuestro espíritu no produce fuego. Por tanto, necesitamos aprender a ejercitar nuestro espíritu para “encender” el fuego que está en la Palabra.

Por esta causa te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos (2 Ti. 1:6).

El mejor momento para avivar el fuego en nuestro espíritu es temprano en la mañana, antes de realizar cualquier otra actividad. Podemos dedicar cinco o diez minutos para leer con oración uno o dos versículos de la Biblia. Mientras leemos, podemos tomar algunas de esas palabras para tener una conversación abierta y genuina con el Señor y permitir que Él hable a nuestro corazón. Este contacto vivo con el Señor en Su palabra será el alimento que nos vivificará y nos vigorizará para vivir ese día en comunión con Él. Si cada día practicamos tocar al Señor de esta manera viviente, esto llegará a ser nuestro hábito y verdadero disfrute.

 

Otros recursos


La Biblia no es un manual de instrucciones sino un libro de vida.  

Cuando venimos a ella con el ejercicio de nuestro espíritu, la Biblia se vuele algo viviente que nos nutre y vivifica. 

Descarga y disfruta el podcast #46 del Estudio-vida de Filipenses.

 Dios nos dio Su Palabra como alimento para nutrirnos. Por eso necesitamos conocer el proceso de digestión espiritual y cooperar en él hasta que el alimento externo llegue a ser nuestra constitución interna.
 

 

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